LO IMPENSADO
ESCUELA N° 147
PROVINCIA DE ENTRE RÍOS.
En
la docencia tenemos que estar preparados y prestar atención a los emergentes, a
las situaciones extraordinarias, complejas, a esas que escapan de la planeación
diaria… ¡y vaya que esta situación de pandemia lo fue!
Luego
de las vacaciones retomamos el trabajo y en febrero preparamos la
vuelta a clases, concretamos reuniones de padres con sus docentes y
teniendo en cuenta los informes de cada sección planificamos la unidad
diagnóstica para todos los grados. De esta manera marzo nos
encuentra preparados para comenzar. Pero el anuncio de pandemia y el
aislamiento social obligatorio irrumpen en nuestras vidas, la de nuestros
estudiantes, la de las familias y por supuesto impacta en nuestro
trabajo. El entramado del mundo escolar tal como lo conocíamos cambió, de un
día para otro las aulas quedaron vacías y la posibilidad de compartir,
jugar, crear, aprender, disfrutar en ese momento de encuentro único
entre estudiantes y docentes, ya no fue posible. Debimos aprender a
transitar la escuela de una manera totalmente nueva y desconocida para
todos: pensar la enseñanza y el aprendizaje sin la presencialidad.
Los
hechos fortuitos que ha traído el “nuevo orden mundial”, nos ha encontrado con
autoridades que poco se han sentado a pensar si realmente los alumnos tienen
las herramientas para seguir en el camino de la educación. Como de costumbre,
hemos sido los docentes y todo el personal de las instituciones educativas,
quienes hemos tenido que salir a planificar cómo iba a implementarse la escuela
virtual y cuestionarnos: ¿Cómo estarán nuestros alumnos? ¿Cómo nos comunicamos
internamente y con la comunidad toda? ¿De qué manera abordar la tarea
pedagógica? ¿Mediante qué herramientas? ¿Cómo superar sentimientos de angustia
y temor? Muchos fueron los interrogantes, las dificultades y las emociones
transitadas. Hablamos en pasado pensando en ese primer impacto que nos causó
esa situación sin embargo hoy también seguimos teniendo sensaciones similares.
El
primer gran desafío lo constituyó la comunicación, cómo mantenernos
conectados (a pesar del distanciamiento físico) con compañeros docentes,
asistentes escolares, estudiantes y familias para acompañarnos, acordar,
organizar el trabajo. El grupo de whatsapp de la escuela se convirtió en la
sala de maestros y propició el encuentro con la información urgente y el
vínculo afectivo. Circulares internas enviadas a los correos electrónicos del
personal constituyen una manera eficaz de transmitir las informaciones
ministeriales y orientaciones formales propias del trabajo administrativo y
pedagógico. Encuentros virtuales de reuniones parciales permiten
vernos, conversar y evaluar sobre la marcha del trabajo en la
enseñanza: avances, dificultades, limitaciones, percepciones, búsqueda de
soluciones, acuerdos. Pero ¿cómo llegar a todos nuestros
alumnos?, sabemos que la conectividad es otra forma de desigualdad y esta
pandemia la puso más en evidencia por lo que buscamos formas de contactar a
todas y cada una de las familias para afrontar la situación y
facilitarles a todos acceder a propuestas escolares desde casa.
Notas
de dirección dirigidas a las familias, encuentros con integrantes de la
Asociación Cooperadora y la comunicación con los padres delegados de
grado ayudaron a circular la información a toda la Comunidad,
como así también a estar juntos en la solidaridad y la
cooperación. A pesar de atravesar tiempos difíciles, muchas familias siempre
prestan colaboración con la escuela, ayudan, trabajan, realizan su aporte desde
el lugar que pueden, la sostienen, la quieren...
La
entrega de Copa de Leche, además de una ayuda, se convirtió en una
oportunidad para el encuentro con aquellos que más lo necesitan: familias
que redujeron sus ingresos económicos o perdieron sus trabajos, familias que no
tienen conectividad y se acercan a retirar las tareas impresas, otras que
necesitan una explicación u orientación para la realización de las mismas.
Además, representa la oportunidad de encontrarnos para escuchar,
saber qué les sucede, conversar y expresarles la importancia de realizar
las tareas escolares. La escuela está presente en su función social, ofreciendo
alternativas para que ninguna familia quede excluida.
El
confinamiento y las nuevas formas de trabajo limitan nuestras prácticas
docentes ¿Cómo enseñar a la distancia a desarrollar habilidades sociales, a
comprender nuevos conocimientos, a construir a partir del error, a
confiar en sí mismos?
Surgieron
nuevas prácticas pedagógicas; las tareas al principio, luego actividades, se
convirtieron en una forma distinta de escribir las clases. Para ello fue
necesario repensar:
¿A
qué conocimientos dar prioridad?
¿Cómo
diseñar secuencias que contemplen saberes y habilidades
adquiridas para desarrollar un contenido sin el vínculo que se produce en la
presencia entre estudiante y docente?
Resultó
indispensable saber seleccionar aquellas actividades pertinentes y cómo
escribirlas para facilitar la comprensión y la realización de las mismas.
Considerar aspectos como: claridad, explicitar sugerencias, recordatorios,
explicaciones, introducciones, saludos. Elección de formatos (tipo de
documento, aspecto visual: tipo y tamaño de letra, títulos, dibujos,
imágenes, interlineado, uso del espacio), extensión en cuanto a cantidad de
actividades, elección de textos, incorporación de videos cortos y
enlaces con informaciones (chequeando la fuente). Se necesita tiempo y
dedicación pensar cada detalle que ayude a acortar la distancia, como así
también horas de corrección y devoluciones individuales. El equipo
directivo acompañó a cada una de las docentes en ese proceso, orientó, asesoró,
se involucró en el aspecto pedagógico, dimensión más que expuesta dadas las
circunstancias.
Los
hogares se convirtieron en pedazos de escuela, las familias debieron acompañar
a sus niños en las actividades pensadas y los docentes debimos
suplantar la tiza y el pizarrón, tan incorporados a nuestra práctica, por
las herramientas tecnológicas disponibles: computadoras, teléfonos móviles, plataformas
y aprender a usarlos de una manera eficaz para la enseñanza y
el aprendizaje.
Todos,
en alguna medida, incorporamos nuevos conocimientos sobre el manejo de
distintos formatos sobre documentos para editar, filmar y editar videos
variados (sobre explicaciones, relatos de cuentos, indicaciones, canciones,
registros de producciones, saludos y mensajes), la creación del sitio web
de la escuela y el uso de diferentes aplicaciones en el teléfono. Fue necesario
tener cuidado con la información que circulaba en las redes, volver a la
fuente: NAP, libros de textos, bibliografía oficial para no transmitir algún
concepto equivocado.
Creamos el sitio
web de la escuela, aprendimos a realizar encuentros y clases virtuales con
diferentes plataformas (Zoom, Meet, Classroom, videollamadas), estos términos
ya no nos resultan tan desconocidos, algo aprendimos, “de lo malo siempre algo
bueno surge…” Por momentos aprendimos también a manejar nuestras emociones.
“Experimentar la angustia es
enfrentar el desmoronamiento de las verdades consideradas como absolutas”. Bien
acorde están estas palabras de Kierkegaard para poder describir la menuda
tarea de ser docente. Ya en épocas normales se nos percibe y se nos
compara como una especie de impresora multifunción. Ya está… somos así. Viene
con el ADN del ser docente el poder atender y hacer frente a situaciones de las
más diversas, que nos llevan a cuidar, sanar, atender, contener, alimentar,
asistir, colaborar... y hasta somos capaces de educar.
Si
a todas estas situaciones le hacía falta algo, qué mejor que una pandemia, con
su consecuente cuarentena y aislamiento obligatorio para ponernos a prueba. El
común denominador de las narrativas del personal de la institución fue la
incertidumbre, con todas las dudas posibles y sin saber qué camino recorrer ni
por dónde comenzar. También se hizo referencia a un primer estado de angustia y
que por momentos se manifestaba como sufrimiento. Después nos fuimos
acostumbrando...
De
la misma manera en las producciones se destacó otra faceta, otra cara que es la
del deseo, como motor vital para la acción. Y es ahí donde tuvimos que aferrarnos,
para poder transformar ese miedo en algo positivo y así poder convertir la
tarea educativa en algo diferente. Como ya mencionamos, hubo que reconfigurar,
reinventar la forma de dar clase; como alguna vez dijo una compañera: “convertimos
los comedores y cocinas de los hogares en las nuevas aulas, tizas y pizarrones”.
Y si alguna vez las maestras fuimos consideradas “la segunda mamá”, hoy las
madres y padres "se han puesto el guardapolvo" y se han dedicado a
educar de una manera diferente; se han sumado trabajo a la difícil tarea de
educar a un hijo.
Hoy
los recursos tecnológicos están al alcance de gran parte de la sociedad y son
una herramienta excelente para utilizar durante esta transición. Pero no hay
que dejar de lado que también ello trae sus complicaciones. No todas las
familias tienen el acceso a la tecnología y muchos son los docentes que se
resisten a este uso, muchas veces por temor a lo desconocido y otras veces
porque tampoco disponen de los medios. Poniendo ambas cosas en la balanza, no
había dudas que había que reinventar la forma de trabajar, planteando nuevas
estrategias, reformulando los métodos educativos y sobre todo, repensar el qué
enseñar y el cómo enseñar. Todo quedó al descubierto con esta nueva modalidad
de trabajo: las llamadas fortalezas y los condicionantes de la enseñanza y el
aprendizaje. Mucho para trabajar y mejorar al interior de la institución
educativa.
No
podemos dejar de decir que estar y “habitar” la escuela se extraña. Nos cuesta
pensar una escuela sin lugar, sin niños, sin gritos ni risas, sin docentes ni
asistentes. Es impensado todo. Estamos convencidos que es un lugar que
nunca puede faltar (con sus fortalezas y sus debilidades) y no se puede perder.
Los docentes somos insustituibles, aún con nuestras limitaciones.
Sin
dudas, todo esto representa un nuevo aprendizaje. Todos tenemos que aprender de
lo que nos toca vivir. No es sencillo el camino recorrido ni aquel que queda
por recorrer, pero siempre hay tiempo para corregir. Está a la vista, he aquí
los nuevos desafíos en el quehacer de la tarea docente. Nada volverá a ser lo
que era, hay cambios que llegaron para quedarse; el año 2020 es un punto de
inflexión en todos los aspectos.
Para
finalizar, vale la pena citar palabras de Kierkegaard: “Asumir la angustia y desarrollar
plenamente nuestro ser implica ser auténticos; la autenticidad implica coraje,
entrega y, fundamentalmente, sufrimiento, temor y temblor, porque vivimos el
vértigo de elegirnos sin un cimiento radical que garantice que lo estamos
haciendo correctamente. La angustia vivida así es motor de la existencia porque
nos conduce a elevarnos existencialmente y nos aplicamos a nosotros mismos una
reflexión que nos permite ponderar nuestras elecciones en favor de la
existencia humana”.
Expresiones y decires del personal:
“Esta situación de desigualdad me llevó a explicarles a las
familias que en nuestra escuela se educa para la diversidad, apoyando a la
inclusión de todos los niños, pensando en todos y no en unos pocos”
“Me
resulta difícil pensar en un sistema educativo sin docentes. Quedó en
evidencia de que somos el factor más importante del proceso de aprendizaje y somos quienes
establecemos el límite de la calidad del Sistema Educativo”.
“...aun
así, me siento en penumbras, nada alcanza a todos, cada vez veo con más
claridad esa desigualdad que al menos entre las paredes de la escuela y los
guardapolvos blancos parece desaparecer”
“Tengo
ahora el aula en el bolsillo, pero es un aula desdibujada, entrometida y que
permanece abierta a toda hora y todos los días… A ciegas, no los veo”.
“Tenemos
la inmediata obligación de calmar la ansiedad de las familias, de nuestros
estudiantes y llevarles tranquilidad. Preguntarles cómo lo están pasando
también es vincularnos desde el aprendizaje”
“En
este proceso me enojé mucho, vi como los docentes somos ninguneados por los
distintos gobiernos y por nuestros propios gremios que no defienden ni
empoderan nuestra labor y mucho menos nuestro salario. La educación es un hecho
vincular, somos nosotros quienes estamos sosteniendo esta estructura con el
seguimiento de cada niño, de su entorno y posibilidades, utilizando medios
propios como teléfonos, computadoras y costeando los gastos de las llamadas y
de wifi para una mayor efectividad, sin mencionar las horas del día que
utilizamos, que superan ampliamente a las que solíamos trabajar. Así y todo no
recibimos reconocimiento, asesoramiento ni acompañamiento apropiado en la
virtualidad”
“...
las disposiciones que anunciaron la no calificación de los trabajos y la posibilidad
de crear una "unidad pedagógica" entre el primer y el tercer grado
que implicaría la no repitencia, no sumaron. Con estas medidas, lamentablemente
son pocos los que encuentran un incentivo que los lleve a comprometerse y
responder efectivamente con el trabajo propuesto”.
“Fueron días de muchísimos aprendizajes en los que
el acompañamiento institucional fue fundamental, con un equipo directivo que
transitaba por la misma situación pero que siempre estuvo presente, escuchando,
enseñando, acompañando y fundamentalmente conteniendo”.
“Finalmente no me queda más que mencionar el
orgullo de ser docente y capaz de llevar adelante este desafío de la mejor
manera posible y sin recibir aportes de quienes no deberían haber estado
ausentes ni un segundo de cada uno de estos días…”